Los periodistas insolentes

Por Godo de Medeiros | Fotografías tomadas de Pinterest y X

Los primeros periodistas que aparecieron en la superficie del planeta carecían de herramientas como el idioma y no digamos de cámaras fotográficas o de video, por lo que, ante la necesidad de mantener informadas a las comunidades de entonces optaron por satisfacer la avidez de noticias echando mano de infografías que plasmaron en piedras y en los muros de las cavernas.


De aquel modo las mujeres y los hombres comenzaron a recibir importante información de lo que acontecía en sus alrededores, pero especialmente tuvieron noticias de la aparición de deidades que tenían cuernos y caminaban en cuatro patas, así como de la existencia de otros seres que eran mitad como ellas y como ellos y mitad como las deidades.


El advenimiento de las primeras armas y de los sacrificios humanos se conoció de primera mano gracias al trabajo investigativo de aquellos periodistas sagaces e intrépidos que acaso ignoraban que con su oficio habían inventado también los periódicos, las artes plásticas (el dibujo, la escultura, el alto y el bajo relieve, por ejemplo) a la vez que descubrieron la disciplina de la anatomía como antecedente a la ciencia biológica.


Maravilladas por aquella prensa verdaderamente independiente (pues no necesitó de empresarios o políticos para financiar sus quehaceres), las comunidades de la época crecieron en conocimientos y también en egoísmos y maldades. Sucedió entonces que para modernizar el periodismo fue necesario inventar los idiomas con los que nombrar cada cosa que los periodistas iban descubriendo con sus incesantes investigaciones para luego registrarlas como propias y lucrar con ellas.


Miles de años debieron de transcurrir para que "la civilización" se diera cuenta de la transcendencia de la manufactura de los periodistas: Los hallazgos de la vida diaria convertidos en información. 


Aquélla (la información) hizo posible el descubrimiento del papel, del hierro, del acero y del plomo para que siglos más adelante fuera necesaria la invención de la imprenta, con la que la información, que había nacido de la curiosidad y del ingenio de los primeros periodistas que "picaron piedra" en el mundo, acabó convirtiéndose a la vez en un excelente negocio y en una poderosísima arma de guerra.


Antes bien por la avaricia que por el deseo de "mantener informada a la población", los mercaderes aceleraron la modernización de la imprenta y tras descubrir la daguerrotipia pronto se las ingeniarían para pasar a las cámaras fotográficas y luego a las de video, con lo que el negocio de la información comenzó a lubricar principalmente el mercado y tráfico de las guerras, las democracias y las industrias armamentista, química y farmacéutica.


Los periodistas, que tanto aportaron al desarrollo de la humanidad, fueron paulatinamente desplazados por el relacionista público, el publicista y el mercadólogo, al mismo tiempo que la información fue sustituida por la propaganda y las relaciones públicas y aquel noble ser que dio cuenta del primer avistamiento de deidades sobre el globo terráqueo acabó salvándose de la extinción total gracias en parte a espíritus rebeldes e insobornables como los de Truman Capote, Charles Dickens, Oriana Fallaci, Gabriel García Márquez, Marta Harnecker, Ernest Hemingway, Ryszard Kapuscinski, Dorothy Lawrence, George Orwell y Joseph Pulitzer, por mencionar solo algunos nombres de quienes fueron encasillados en su momento como insolentes.


El insaciable afán de lucro menoscabó "el oficio más hermoso del mundo" y muchos periodistas acabaron "vendiendo el alma al diablo" o "acomodándose a las circunstancias"; otros, descaradamente, se convirtieron en cachicanes o en mercenarios.


El advenimiento de la era tecnológica simbólicamente retrocedió el periodismo a los tiempos de los osados fundadores del oficio al encontrarse hoy día en una situación tan primitiva y confusa que a cualquier desocupado que se pasa horas ejercitando el narcisismo en el ciberespacio se lo considera "periodista" o "creador de contenidos" (como si al cagar las palomas y las cabras no fueran también creadoras de contenidos) y la brevedad y la concisión que tanto practicaron hasta la exquisitez personalidades como las arriba citadas solo han servido en la actualidad para darle sentido a aquella brutal consigna según la cual "para matar a alguien no hace falta la elegancia de un arma automática; basta la modestia de un revólver".


No obstante, y en tanto reina la confusión sobre lo que fue, es y será el periodismo, conviene en este punto subrayar que serán los periodistas insolentes, entendida la insolencia como un acto de atrevimiento, de determinación y valentía, quienes salven el honor del oficio aún cuando sean objeto de burlas o agresiones físicas o psicológicas producto de sus hallazgos y publicaciones que de alguna manera han incomodado a sectores o personas que los ven con temor, odio, resentimiento o envidia, como ha ocurrido contra decenas de periodistas guatemaltecos, entre ellos Michelle Mendoza, Sonny Figueroa o Marvin Del Cid, quienes, dicho en lenguaje diplomático, se han volado verga con las mafias que controlan la economía y la política en el país.


El celebrado George Orwell dejó dicho hace varias décadas que "En nuestra época no existe tal cosa como mantenerse fuera de la política. Todas las cuestiones son cuestiones políticas, y la política misma es una masa de mentiras, evasivas, tonterías, odio y esquizofrenia".


Finalmente, no menos reflexiva resulta esta declaración de Oriana Fallaci tomada del prólogo de su Entrevista con la historia: "Yo no me siento, ni lograré jamás sentirme, un frío registrador de lo que escucho y veo. Sobre toda experiencia profesional dejo jirones del alma, participo con aquel a quien escucho y veo como si la cosa me afectase personalmente o hubiese de tomar posición (y, en efecto, la tomo, siempre, a base de una precisa selección moral)".

2 Comentarios

  1. Muy buenas y oportunas reflexiones. Yo agregaría que casi todos los egresados de comunicación de las universidades ni siquiera saben para que estudiaron; con desfachatez se autocalifican como comunicadores sociales y casi nadie sabe lo que es la comunicología. Hay en redes sociales gente muy joven, casi niños, y hasta poco alfabetizados que saben mejor comunicar sus ideas.

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  2. Es un gusto poder volver a Saludarte Mister Godo , excelente reportaje , me dejó sin comentarios Don Dennis Escobar
    Espero sigas en tu labor de buen comunicador y yo lo que mejor puedo hacer es seguirte, bendiciones

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