El Kylian Mbappé de la comunicación política

 


Por Godo de Medeiros | Fotografía Facebook: @aldodavila_gt

Cuando en 2019 el Movimiento Político Winaq (MPW) compareció a las elecciones generales lo hizo con una amalgama de figuras galácticas entre las que destacó de inmediato Aldo Dávila, quien hasta entonces solo era conocido en un círculo de la discreta pero poderosa y mayoritaria comunidad gay de Guatemala (se calcula que en el país centroamericano solamente tres de cada diez hombres son enteramente heterosexuales).


Investido de una personalidad atípica, Dávila se convirtió aquel año en un referente del modesto pero robusto MPW que por primera vez tras dos procesos electorales anteriores logró cuatro escaños en el Congreso de la República, siendo además el primer partido político en la historia nacional en postular a un candidato declarado abiertamente gay, con lo cual ambos, partido y postulante, rompieron todo paradigma en el quehacer político guatemalteco.


No obstante, tras jurar como parlamentario, surgieron las desavenencias en el interior del MPW y Dávila debió trazar su propio camino dentro de un organismo estatal que vería cómo a partir de su llegada sufriría una de las transformaciones más afortunadas por cuanto su ejemplo como fiscalizador y como comunicador de todo cuanto ocurría en el hemiciclo creó una escuela o una tradición que hoy día agradece la población.


Es con Aldo Dávila cuando se inicia en Guatemala un fenómeno de comunicación política cuya trascendencia o importancia radica en el hecho de que un gran número de diputados están hoy adscritos a esa escuela que él fundó acaso por instinto o por un capricho del destino.


Carentes de ingenio y de ideas propias, debido quizás a que en política lo novedoso radica en copiar lo que otros han hecho con relativo éxito, decenas de diputadas y diputados han copiado el estilo de Dávila y ahora los vemos hasta el cansancio subiendo videos de supuesta indignación por los actos de algunos funcionarios gubernamentales.


Evelyn Morataya y Cristian Álvarez son apenas un par de estos parlamentarios que le están sacando raja a diestra o siniestra a la escuela del hoy asesor de la bancada del partido Voluntad, Oportunidad y Solidaridad (VOS) que, por cierto, debe su permanencia como organización política precisamente a Aldo Dávila y a Manuel Villacorta, su expresidenciable que en 72 horas regaló a Bernardo Arévalo el boleto para asistir a la segunda ronda electoral.


Gracias también a Dávila hoy existen cerca de 250 nuevos influencers en Facebook y X que se ocupan de contarle las costillas a jueces, magistrados, ministros y diputados muchas veces por mero entretenimiento o por alguna preocupación razonable, con lo cual la imagen del exdiputado adquiere una estatura aún mayor de la que en su momento descubrieron los diputados Orlando Blanco y Carlos Barreda para ficharlo en aras de llevar al partido VOS por lo menos hasta las semifinales de una elección que les hubiera significado cuando menos 12 curules de no haber mediado la maldad de los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y de la Corte de Constitucionalidad (CC) que injusta y perversamente anularon la inscripción de Aldo Dávila para su reelección como diputado.


Como todo en la vida, el mundo gay no está exento de aberraciones.


Y es que el gobierno de Alejandro Giammattei, al dedicarse solamente a esquilmar los recursos del Estado, generó esa percepción de que el latrocinio y el cinismo están asociados a las preferencias sexuales, cuando el asunto tiene que ver más bien con principios éticos y morales, y en este punto sonará oficioso decir que a quienes critican a Aldo Dávila calificándolo como un lumpen proletario no les da la cabeza para entender que también existe el lumpen oligárquico, el lumpen burgués y hasta el lumpen ilustrado que, contrario al también activista por el derecho a una educación sexual libre de prejuicios, han causado un daño irreversible al país.


En el futbol como en la comunicación política hay unas cuantas certezas de orden práctico. Y es que no siempre la victoria depende de atacar repetidas veces, sino de saber atacar. Y en ese sentido, Aldo Dávila juega como Kylian Mbappé, el mejor delantero que existe por el momento en el planeta.

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