La batalla de los 106 días

 


Texto y fotografía: Godo de Medeiros


Dos crepúsculos: El del sábado 13 de enero de 2024 y el de una batalla intensa e incesante que iniciaron los 48 Cantones de Totonicapán el 2 de octubre de 2023. 


Una militante histórica da los últimos retoques al mural que hará homenaje a millares de hombres y mujeres que llegaron a la capital desde sus comunidades para mantener en pie una democracia electoral que no obstante les ha sido adversa: hombres y mujeres de todas las edades a quienes, paradójicamente, la democracia ha dado la espalda. Pero ¿por qué entonces pelear por algo que no les ha representado beneficio alguno?


Desde siempre los pueblos originarios han luchado, pero esta vez lo hacen para que se respete la voluntad expresada en las urnas por los cuatro pueblos que componen Guatemala. Es una batalla por el honor de la palabra, por el respeto a un acuerdo. Si la democracia está basada en el voto, por lo menos respetemos ese acuerdo mínimo: El voto. Respetar lo acordado, respectar el acuerdo político para la convivencia pacífica entre pueblos, como lo querrían Kaibil Balam, Kaji Imox, Atanasio Tzul y ahora Luis Pacheco. 


"(...) y a la hora del naufragio, a la hora de la oscuridad, alguien te rescatará", canta la voz melodiosa de la artista que se hace acompañar de otros músicos que han llegado al Campamento de la Resistencia para agradecer el inconmensurable esfuerzo de mayas, xincas, garífunas y mestizos sin cuya unidad en la diversidad no habría sido posible que la democracia pariera un nuevo gobierno.


A lo largo de 106 días y sus noches, el mundo dirigió sus miradas hacia una Guatemala que hizo a un lado temporalmente sus marcadas diferencias sociales, sus miedos y rencores, sus egoísmos y maledicencias, su cobardía e indiferencia, para dejarse consentir por esos gestos que sembraron de esperanza el árido terreno de un porvenir menos hostil que es posible si no olvidamos de lo que fuimos capaces en circunstancias como las vividas en aquellos más de tres meses de angustia, incertidumbre y perturbaciones psicológicas en que hubo capturas por motivaciones políticas y excarcelaciones al cabo de indecibles injusticias.


Como la cigarra, de la recordada Mercedes Sosa, en esos 106 días "nos mataron tantas veces" y los pueblos originarios siguieron cantando, "catando al sol como la cigarra (...) igual que el sobreviviente que vuelve de la guerra" y rescataron la democracia en cada pan que llegó al Campamento de la Resistencia; en cada plato servido de manos de voluntarios y voluntarias que cocinaron para aquella gente sencilla que llegó de comunidades remotas; en cada palabra, en cada abrazo, en cada gesto.


En los libros de historia tal vez no quedará registro alguno, pero en nuestra memoria difícilmente se borrarán los instantes estelares de la batalla de los 106 días que infundieron alegría y ternura a una población devastada por la intransigencia de las estructuras criminales como aquella célebre caravana de refuerzos conformada por decenas de choferes de tuc tuc rojos que se dejó venir desde el occidente para auxiliar a quienes protestaban en calles y carreteras.


Hubo un día en que se registraron casi 200 ocupaciones de vías de comunicación en todo el territorio en rechazo a las monstruosidades de unas cortes y un Ministerio Público funcionando a la medida de la avaricia de la pareja presidencial.


La actitud espontánea de decenas de motociclistas que se emplazaron en apoyo de los vecinos de las colonias populares y desafiaron a las fuerzas de seguridad que aquellas cortes y el Ministerio Público arengaron para provocar un derramamiento de sangre que felizmente no ocurrió será igualmente recordada como un aporte heroico en favor de la paz.


Pero acaso un episodio habría de merecer postreros homenajes y reflexiones.


Y es que un niño de 12 años, llamado Esdras y apodado Tonelito luego de haber sido filmado cuando caminaba dentro de un trafitambo mientras alguien en primer plano pronunciaba un "¡mañana a las seis!", infundió a las protestas sociales un entusiasmo inusual que devino de inmediato en ícono de lucha que perdura en camisetas y en fotografías de perfil de millares de usuarios en Facebook, Tik Tok y X.


A la hora del naufragio y de la oscuridad, Esdras lanzaba un salvavidas para conquistar la orilla al amanecer.

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente