Sobre aviso no hay engaño/Parte I


Por Godo de Medeiros / Imagen: @carbonvivo

―¡No permitiremos jamás, bajo ninguna circunstancia, que nadie nos vuelva a venir a decir ladrones, así tengamos que volver a las prácticas del pasado! ―dijo el empresario golpeando furioso la mesa.


Aquel año, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) había provocado que cinco representantes de las familias más ricas del país pidieran perdón al pueblo de Guatemala por financiar campañas políticas a cambio de negocios ventajosos con el Estado.


Aquello habría significado el principio del fin del ente internacional y de la persecución de las estructuras criminales.


Para 2020, y con Alejandro Giammattei en el poder, las tentaciones por acumular más riquezas y poder se desbordaron y fue entonces que surgieron tres grupos que para principios de 2022 y alrededor de un pacto de damas y caballeros dispusieron cómo querían que fueran las elecciones generales para perpetuarse en el poder.


El más activo de los tres grupos fue el de Miguel Martínez Morales, ampliamente conocido por ser la pareja sentimental del presidente, pues no solamente tenía por los pelos al Tribunal Supremo Electoral (TSE) y a media Corte de Constitucionalidad (CC), sino además a grupos ilegales de trasiego de distintas mercancías.


A mediados de ese año, el consenso era que Zury Ríos, Manuel Conde y Sandra Torres fuesen las opciones principales para presidir el país, mientras que Roberto Arzú y Edmond Mulet estarían en liza en la retaguardia para cercar el paso a Thelma Cabrera y a lo que entonces veían como una temible alianza entre Manuel Villacorta y Bernardo Arévalo encabezando a los partidos de izquierda.


Un incidente en julio pasado comenzaría a agrietar al pacto.


El exhibicionismo de Martínez lo llevó a cometer una infidencia. Durante un mitin político en el oriente del país, el jefe de jefes desveló las intenciones de que fuera su partido, Vamos, el que se enquistara en el poder. A partir de ahí, comenzaron los recelos y sin romper los compromisos cada grupo cogió a su candidata y su candidato.


Sería el grupo de Zury Ríos, con un cortejo de influyentes comunicadores diseminados en los medios de comunicación, el que asumiría las tareas más sutiles de la campaña política, pensando no de manera ingenua, más bien soberbia, en que ellos se impondrían y desplazarían a Vamos y a la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).



 

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