Tiempos rancios




Por Godo de Medeiros | Ilustración cortesía de Filóchofo




El envenenamiento de tres perros a manos de dos socios de la panificadora Xelapan desató una recia discusión en redes sociales que evidenció cabalmente la polarización del país: los indignados contra los indiferentes, los que destruyen y los que construyen, los altruistas y los ventajistas.

En el grupo de estos últimos, destacaron quienes se ofrecieron a adoptar perros abandonados y apoyar la construcción y mantenimiento de albergues. En contrapartida, hubo rechazo casi unánime en contra de políticos como Álvaro y Roberto Arzú, Manuel Baldizón y Sandra Torres, entre otros, quienes se lanzaron a pescar en la mar de millones de usuarios que interactuaban en redes sociales sobre el tema.

Antesala de lo que podrían ser los comicios generales del próximo 25 de junio, el lumpen compuesto por el ejército de mercenarios cibernéticos apareció en escena para justificar la matanza mediante métodos oprobiosos como el uso de sustancias tóxicas para provocar la muerte lenta y dolorosa.

Esta apología de la violencia está ligada a una operación psicológica implementada a nivel mundial como parte de un reagrupamiento de las fuerzas fascistas desplegadas en la invasión a Rusia, la colonización de África y la recolonización de América Latina.

Es así como en Guatemala, en el umbral de la campaña proselitista, la diseminación de mensajes de odio vendrá acompañada de la difusión masiva de videos captados por las cámaras de las municipalidades en los que el pillaje, los atracos y asesinatos buscarán influir en el ánimo del conjunto de electores para acercarlos al discurso fundamentalmente agresivo de Roberto Arzú y Zury Ríos, dos de las piezas clave del conservadurismo más rancio del país.

Y aunque pareciera un juicio paranoico, habrá que estar atentos a los efectos de la Inteligencia Artificial, en particular con el celebrado ChatGPT, la silicona que mejorará el aspecto de los discursos, haciéndolos más apetecibles, ahora que las redes sociales cumplieron el cometido de disminuir la capacidad cognitiva de las masas, despojándolas (quien sabe si no para siempre) de su capacidad de pensar por cuenta propia.

En la década de 1920, Miguel Ángel Asturias decía en uno de sus artículos periodísticos: "Que los ricos defiendan sus riquezas, norabuena; pero que los pobres defiendan como propias las riquezas de los ricos, no se explica".

Aquello ocurría porque el analfabetismo era casi total, pero ahora, con tanta información al alcance de cualquiera, no se explica cómo puede la gente no darse cuenta de quiénes son los responsables de que en cien años las cosas sigan igualitas a como han estado siempre.

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