Genialidad perversa: La guerra contra Rusia y la subordinación de Europa

Texto | Godo de Medeiros

Allen Dulles es el arquitecto de la filosofía y la práctica de la política estadounidense hacia el resto del mundo. Según el despiadado genio, Estados Unidos tenía que hacer suya la riqueza del planeta y para ello debía de dejarse de tonterías, prescindiendo de los buenos sentimientos y de las prácticas honestas. Es decir, debía de ser un país malvado, mentiroso e inmoral.

Para Dulles, la democracia, los derechos humanos y la mejora de los niveles de vida de los habitantes del resto del globo eran estupideces, bobadas idealistas. Lo que tenía que hacerse era mentir, manipular la opinión pública y sembrar el caos en los territorios apetecidos, que en aquellos tiempos eran los de la Unión Soviética. Allí, en la Unión Soviética, decía el que fuera el primer director de la CIA, hay que sustituir sus valores por otros falsos y les obligaremos a creer en ellos (...) de la literatura y el arte haremos desaparecer su carga social  (...) les quitaremos a los artistas las ganas de dedicarse al arte, a la investigación de los procesos que se desarrollan dentro de su sociedad, creando otros que desde la literatura, el cine y el teatro reflejen y enaltezcan los más bajos sentimientos humanos.

Lo anterior pareciera ser una broma de mal gusto, pero desafortunadamente no lo es. Hemos elegido nada más un grano de entre varias toneladas, porque es lo menos perturbador de las ideas del refundador de la diplomacia estadounidense que sigue siendo venerado por demócratas y republicanos desde los tiempos de la Guerra Fría.

La Unión Soviética, conformada por 15 países, se desintegró en 1991. No obstante, Rusia quedó como la heredera política y cultural de aquella comunidad de Estados cuyo nivel de desarrollo ha sido visto con avidez por los Estados Unidos. De ahí que desde 1995, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) comenzara a hostigar a Rusia acercando bases y tropas a sus fronteras para hacerla caer en provocaciones y justificar una invasión.

Resabio de la Guerra Fría, la OTAN opera como un ejército privado que vigila los intereses geoestratégicos de Estados Unidos desde Europa, de tal suerte que por medio de esa gigantesca estructura militar ha logrado subordinar al viejo continente que alguna vez se perfiló como bloque económico y político capaz de constituirse en la segunda (cuando no en la primera) potencia mundial. No lo logró, porque la astucia de Estados Unidos hizo primero que cada una de aquellas naciones de la Comunidad Económica Europea (más tarde Unión Europea) abandonara los principios económicos, sociales y culturales que los hicieron grandes a cambio de implementar abruptamente medidas neoliberales. 

Luego vendría la escisión cuidadosamente planificada del Reino Unido y la paulatina pero segura devaluación de la moneda de la Unión Europea. ¡Jugada genial!

La picardía de los Estados Unidos es asombrosa. 

Con una Europa metida en problemas sin querer queriendo, con una avalancha de inmigrantes africanos obligados a buscar alimentos y trabajo más allá del mar, gracias a la injerencia desastrosa de los Estados Unidos en África y con una serie de problemas al interior de sus pueblos, el genio de Dulles hizo posible la adquisición de Ucrania para usarla estratégicamente como el primer puesto avanzado de combate en la invasión a Rusia.

La compra fue relativamente fácil tras colocar en el gobierno a un comediante egocéntrico, avaro y arrabalero: Volodímir Zelenski.

Obligado a aceptar billones de dólares en préstamos canalizados como ayuda humanitaria y en armamento de alto poder, además de convertir el territorio ucraniano en un campo de entrenamiento multinacional de mercenarios, Zelenski es responsable también de que los gobernantes europeos le hayan robado dinero a sus ciudadanos para trasladarlo a la OTAN como parte de las donaciones a Ucrania aprobadas por el gobierno estadounidense. 

Brillante manera la de Estados Unidos de financiar sus guerras con el dinero de otros.

En un par de horas será inaugurado el vigésimo segundo Mundial de Futbol en Qatar y probablemente la mayoría de la población del planeta se olvide que Rusia lleva 27 años resistiendo un terco hostigamiento estadounidense que busca provocar un paso en falso del estoico presidente ruso Bladimir Putin para excusar un ataque nuclear bastante más horroroso que los de Hiroshima y Nagasaki.

Mediáticamente, Estados Unidos está obteniendo buenas ganancias de sus inversiones en la fabricación de mentiras como las que propuso el autor de El arte de la inteligencia, pues hasta aquí la mayoría de consumidores de noticias, artículos y columnas de opinión ignora que la verdadera víctima somos la humanidad sometida a un engaño criminal haciéndonos creer que los pobres lobos huyen, despavoridos, de la temible oveja.

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