78 años después

Texto | Godo de Medeiros

Por los motivos que la impulsaron y por el enorme desarrollo nunca antes conseguido (y lamentablemente jamás vuelto a alcanzar), el 20 de octubre debería de ser la efeméride patriótica más celebrada en Guatemala.

El 20 de octubre de 1944 simboliza la fecha en que Guatemala viajó al futuro, aunque la CIA y el ejército guatemalteco abortaron aquella trayectoria en junio de 1954, instituyendo la calamidad de país que tenemos.

Por estos días, un grupo de codiciosos mercaderes y un puñado de inocentes atletas sorprendidos en su buena fe se tiran de los pelos porque supuestamente el Comité Olímpico Internacional (COI) los ha dejado en la orfandad por un fallo de un tribunal guatemalteco que revirtió un procedimiento aparentemente amañado en el contexto de unas elecciones aparentemente amañadas.

Sea como fuere, el hecho es que hasta las instituciones deportivas han sido cooptadas por depredadores y lo que se percibe en este asunto es una disputa desesperada por el dinero y las apetecidas comodidades que entrañan los cargos de más alto nivel.

Debido a la ignorancia imbuida desde el Estado a partir de la contrarrevolución de 1954, la mayoría de la población no sabe que el fracaso general del deporte en Guatemala (las excepciones exitosas se deben al esfuerzo propio de cada atleta) es producto de la corrupción descarada que queda en evidencia en el hecho de que por cada deportista que asiste a una competencia internacional viajan entre veinte y treinta allegados de los directivos con gastos pagados con fondos públicos o con los que el COI otorga para el desarrollo y el crecimiento personal de cada atleta. 

En los últimos setenta años, Guatemala solamente ha logrado una medalla olímpica (la de plata, disputada decorosamente por Erick Barrondo el 4 de agosto de 2012). Recordamos que en los últimos setenta años, porque en 1952 el triunfo de Mateo Flores en el Maratón de Boston marcó entonces el único logro deportivo realmente apoteósico del que nos seguimos sintiendo satisfechos.    

Hasta aquí, no hemos escuchado a ningún atleta referirse a la corrupción que reina en el penthouse de la dirigencia deportiva nacional. Siempre se quejan de que no tienen apoyo, pero debido a su candidez no han podido darse cuenta que quienes se roban los dineros para ese apoyo tan necesario son sus propios dirigentes.

Hasta aquí, no hemos escuchado a ningún atleta referirse con gratitud a los presidentes Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán por habernos heredado la autonomía del deporte, la educación física y por haber construido la única ciudad olímpica o ciudad de los deportes de la que disponen los atletas nacionales y extranjeros residentes en el país para entrenarse y competir en condiciones dignas.

Si se hubiera seguido la línea trazada por los gobiernos revolucionarios (1944-1954), el deporte en Guatemala estaría en mejores condiciones para competir al nivel de las exigencias de los campeonatos mundiales o de los juegos olímpicos.

Cabe recordar que la infraestructura de las escuelas tipo federación impulsadas por aquellos gobiernos posibilitaron la práctica deportiva desde la infancia, pero ningún gobierno posterior a 1954 ha hecho una sola obra que se le parezca a lo logrado en apenas diez años.

En contrapartida, el libramiento de Chimaltenango es probablemente la obra de infraestructura de mayor envergadura que mejor describe a los gobernantes que se han turnado a partir de 1954 para robarse anualmente el 37 % del presupuesto nacional y para hacernos retroceder alegóricamente a los tiempos de las cavernas.

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