El Barça del futuro naufraga en el presente

Texto | Godo de Medeiros


Que el Bayern de Múnich haya goleado por un incontestable 5-0 global al FC Barcelona en el presente curso de la Liga de Campeones de Europa no debería de entristecer demasiado a la afición blaugrana, pues en la vida ocurren situaciones que parecieran ser obra de la mala suerte (aunque en futbol no exista tal cosa), pero que en la realidad son la lógica consecuencia de procesos a los que se expone cualquier persona, grupo de personas, instituciones, empresas y hasta los Estados.

Inútil resulta seguir discutiendo si fue o no otro fracaso de Xavi Hernández, si estuvo bien o mal haber invertido 250 millones de euros en fichajes para regresar de manera consecutiva a un campeonato inferior (la Liga de Europa) o si deberían de irse tales o cuales jugadores.

Hernández es un excelente entrenador a quien no le han salido bien las cosas todavía. Punto.

La confianza que el catalán ha dado a los futbolistas nacidos en España merece un reconocimiento por partida doble si contamos además que muchos de ellos son menores de 23 años que han figurado como titulares o suplentes contra rivales a los que la lógica recomendaría enfrentar con jugadores experimentados.

No obstante, ni los halagos más sinceros ni las frases mejor logradas podrán difuminar el hecho evidente de lo inútil que han resultado los esfuerzos de directivos y cuerpo técnico por devolverle al equipo los éxitos de otros momentos.

La derrota del miércoles era predecible, además, por las noticias desalentadoras que llegaron de Milán. 

Lástima que Iñaki Peña o Arnau Tenas no hayan tenido minutos aún, pero el coraje demostrado por Alejandro Balde, Ferran Torres, Ansu Fati y Pablo Torre es una buena señal. 

Y si a lo anterior sumamos el talento y la determinación de Pedro González, Pablo Gaviria y Eric García, por el lado de los futbolistas nacidos en la patria de Cervantes, tenemos otras tantas buenas señales si al mismo tiempo pensamos en Jules Koundé, Ronald Araujo, Frenkie de Jong y Ousmane Dembélé como la base a la que habría que sumar unos refuerzos en el lateral por derecha, en la contención y en el extremo izquierdo fundamentalmente. ¡Un líbero, por favor!

Nunca como ahora la palabra paciencia ha tenido tanto sentido al cabo del primer año de Xavi Hernández como entrenador del FC Barcelona. Un año desafortunado, ciertamente, pero del que tampoco es prudente hacer cuentas definitivas.

Por ahora, quedan La Liga, la Copa del Rey, la Supercopa de España y la propia Liga de Europa.

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