Texto | Godo de Medeiros
Presidentes mafiosos han existido siempre en
todos los países del mundo, pero en Guatemala han sido la regla y no la
excepción. Y debido al hecho de ser una tradición arraigada en la memoria colectiva, como las procesiones de la Semana Santa o la celebración del Día de
Muertos, hemos terminado aceptando que la corrupción es normal cuando asumimos
que «está bien que los presidentes roben, pero que hagan algo bueno» o «está
bien que roben, pero que salpiquen».
Aquello y no necesariamente «la falta de huevos»
es lo que nos ha dado ese carácter tolerante con la corrupción y su
consiguiente impunidad.
Y al aprovechar esa circunstancia, los
financistas de las campañas políticas trotan con las chequeras en mano en busca
de personajes inescrupulosos a quienes impulsar para convertirlos no en los
presidentes de la república sino en los coordinadores del saqueo de los dineros
públicos.
Esta práctica se acentuó con los últimos dos
presidentes que superaron las sutilezas de sus antecesores,
convirtiendo la venalidad en un proceder del que se sienten orgullosos como si
el latrocinio fuera lo que para Ana Gabriela Martínez han sido las numerosas
medallas en las competiciones de ráquetbol que ha conquistado gracias a su trabajo tesonero.
Si nos resignamos a vivir bajo el modelo de
hacer política y de gobernar basado en el robo y la insolencia como procederes
socialmente aceptados, entonces no necesitaremos una Constitución Política ni leyes, códigos o decretos, y bien haríamos en proponer su abolición definitiva, lo
que de todas maneras está ocurriendo de hecho tomando en cuenta que la mafia
que administra Guatemala nombró las cortes, la fiscalía y el resto de
instituciones que en su momento fueron creadas como soporte al proceso de
democratización que no se consolidó.
Y como si tener el dominio de todas las
instituciones (incluida la universidad estatal) no fuera suficiente, esta
mafia, tan fresca como las que se apoderaron de varios países africanos,
dispone actualmente de cinco candidatos para continuar la dinámica de Jimmy Morales
y Alejandro Giammattei.
Valiéndose del dictum de que toda propaganda
es buena, mientras estés en la mente del consumidor, la mafia ha filtrado los
nombres de estos cinco personajes para que la gente comience a decir que están
haciendo campaña anticipada (de la que el tribunal electoral no se dará por
enterado) mientras se posicionan en la mente de un electorado especialmente
joven, al que le están apostando con avidez por tratarse de un segmento
embriagado de contenidos ajenos a su realidad que ofrecen las redes sociales
como Tik Tok y Facebook, principalmente.
Son candidaturas de personas que ya mamaron,
directa o indirectamente, de las tetas del Estado y ni siquiera sembraron unas
cuantas matas de zacate para que la vaca siguiera comiendo, lo que quiere decir
que la obstinación por volver al poder obedece a que ahora ya no hay quién
persiga la corrupción y por lo tanto es más cómodo desfalcar las finanzas
públicas.
Frente a la posibilidad de consumarse este
escenario, quizás convenga que un grupo de personas honorables
haga el esfuerzo por reunirse y hablar seriamente sobre lo catastrófico que resultaría un tercer gobierno consecutivo de la mafia, identificando y
perfilando a la vez un listado con los nombres de otros ciudadanos decentes y
darlo a conocer públicamente con un llamado a los partidos
políticos no comprometidos con las estructuras criminales para que de ese
conjunto acojan un binomio presidencial y los listados para diputaciones y alcaldías,
si es que en verdad quieren devolverle al pueblo la esperanza de creer en la
posibilidad de una democracia que ensayaron en su momento los dos únicos
presidentes que encaminaron a Guatemala
hacia la prosperidad y el desarrollo: J.J. Arévalo y J.J. Arbenz.
Una propuesta de binomio presidencial y de
listados para diputaciones y alcaldías desde la pluralidad del
consenso ciudadano y no alrededor de un candidato, un grupo familiar o de
financistas sin rostro haría la diferencia en este proceso electoral y evitaría
al mismo tiempo que las organizaciones políticas marginales se hundan
otra vez en el fango de los intereses personales y las descalificaciones
mutuas que hagan fracasar todo intento por encarar con posibilidades reales de
victoria a estos cinco personajes cuyos nombres saldrán en breve en una
encuesta que será promovida en redes sociales.
No
somos ingenuos como para soslayar las discordias históricas que han impedido la
unidad dentro de la diversidad por alegatos inútiles que ponderan el estilo del
peine por encima de la decisión de cada quien de andar peinado o despeinado,
pero creemos que no es imposible el triunfo de una ciudadanía harta de engaños,
robos, estafas y demás perversidades de una clase política responsable de que
siete de cada diez personas en edad de trabajar estén desempleadas actualmente
y que la niñez no tenga más futuro que el de ser explotada sexualmente bajo
catálogo, ejercer el sicariato y el mercenarismo, distribuir colmillos de
metanfetaminas en bares y discotecas, hacer y despachar tortillas los tres tiempos
siete días a la semana o morir en alguna frontera como los desamparados
personajes de Juan Rulfo.
Imagen: Asamblea Social y Popular Guatemala
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